jueves, 17 de febrero de 2011

La batalla de Santa Engracia

El 19 de febrero de 2011 se conmemoran los 200 años de la batalla de Santa Engracia, en las alturas de ese nombre, en las inmediaciones de Badajoz.
Puede resumirse en cortas líneas. El Ejército de Extremadura, V Ejército, acude en ayuda de la sitiada ciudad de Badajoz, defendida por el mariscal de campo Rafael Menacho y Tutlló.
Manda éste ejército el general Gabriel de Mendizabal, por fallecimiento del Capitán general marqués de la Romana, y pendiente de ser nombrado un nuevo jefe, que lo sería el capitán general Castaños, el héroe de Bailén.
El V Ejército, la mayor parte de sus fuerzas, ya que pequeños destacamentos estaban repartidos por muy diversos puntos en misiones de vigilancia, protección de plazas, colaboración con los británicos y portugueses... acampa en las lomas de Santa Engracia, zona donde hoy se asientan las barriadas de la UVA, la Luneta, el Gurugú y Las Cuestas.
El Ejército francés de asedio está mandado por el Mariscal Soult, posiblemente en mejor táctico de los generales de Napoleón en la península.
Al amanecer del 19, tras esguazar el Guadiana, aguas arriba de la sitiada plaza, sorprende totalmente a los españoles, pone en fuga a la caballería y logra una aplastante victoria en cuestión de muy pocas horas.
A pesar de la sorpresa hay batalla, aislados, desorientados y en ocasiones faltos de un mando enérgico diversas Unidades españolas combaten hasta ser aplastadas por la superioridad numérica y táctica de los franceses.
Un gran número de soldados con sus mandos huyen desesperadamente en dirección a la ciudad o a la frontera portuguesa, pero hay excepciones: el Regimiento de Infantería de la Unión, con su coronel Pablo Morillo retrocede ordenadamente y sin dejar de combatir hasta el río Caya, algo más de una legua sin perder la cara al enemigo y sin que éste logre romper sus líneas, todos sus componentes serían recompensados por el Consejo de Regencia, Gobierno de España, con un escudo de distinción.
Tampoco quiso rendirse el brigadier de Ingenieros José de Gabriel y Estenoz, que al verse rodeado y superado en número se lanzó con el duque de Aremberg, jefe de uno de los regimientos de Caballería francesa, auxiliado por los tres únicos soldados que le quedaban, en su tiempo un cronista relató el gesto así: ...entrose a morir lidiando porque no le viera huir la tierra que le vio nacer...
Éste sábado tendremos un recuerdo para todos ellos...
Como hay blogs que han hecho un relato muy detallado del combate del 19 de febrero, me he permitido copiar el primer informe oficial sobre el mismo emitido por los franceses...es otro punto de vista...

El informe que reproducimos corresponde a la Orden del día del Ejército Imperial del Mediodía de España, publicada en la Gazeta de Madrid de 13 de marzo de 1811. Este informe lleva fecha de 20 de febrero, en Badajoz, y lo firma el Mariscal Soult y su Jefe de Estado Mayor el Conde de Gazán:

...Batalla de Gébora.

El enemigo había formado su campo sobre las alturas de S. Cristóbal, a la orilla derecha del Guadiana, y mientras trabajaban en perfeccionarlo, y hacer impracticable el paso del Gébora, perdió el fuerte de las Pardaleras. Se creía inexpugnable en su posición, y le parcía que tenía aseguradas las comunicaciones con Yelves y Campomayor, que ya había restablecido. Entre tanto se daban disposiciones para atacarle en su posición; pero era forzoso esperar a que las aguas del Guadiana y del Gébora, que inundaban las tierras vecinas, hubiesen vuelto a la madre, y preparar los medios necesarios para pasar el río. El capitán de ingenieros hidráulicos Royon, y el capitán Gillet, comandante de pontoneros, trabajaron en esto con tal actividad, que el 18 pasó alguna infantería con algunos cañones a la orilla derecha, y a la noche siguiente pasaron las tropas que el señor mariscal duque de Treviso tenía destinadas para el intento. El señor general de división Latour-Maubourg formó en línea la caballería de reserva; y en el mismo día una batería de morteros, que se había levantado a la izquierda del ataque del centro, obligó a los enemigos a mudar de campo, y a establecerse en sitio donde no podía protegerlos el fuerte de S. Cristobal.

El 19 antes de amanecer el general de división Latour-Maubourg vadeó el Gébora con su caballería por la parte de arriba del puente, que el enemigo había destruido dos días antes. Dirigióse rápidamente al camino de Badajoz a Campomayor, y allí empezó el ataque contra la izquierda de la línea enemiga. El 2º de húsares penetró en su campo al mismo tiempo: y la infantería y la artillería, a las órdenes del general de división Girard, vadearon el río por la derecha y por la izquierda del puente, a pesar de la rapidez de la corriente, y que el agua les llegaba a la cintura. Inmediatamente que estuvieron formadas las colunas dió orden el señor mariscal duque de Treviso al general Girard para que se dirigiese hacia la derecha del enemigo, e hiciese por ganar la altura, colocándose entre él y el fuerte de S. Cristóbal. Luego que estuviese forzada la derecha, debía el general Girard muda de dirección, y caer por la derecha sobre el grueso de las tropas enemigas, mientras el general Latour Maubourg le atacase por el flanco izquierdo con su caballería, y haría por envolverlo. Estos dos movimientos se hicieron con toda la perfección que puede esperarse de las tropas mas instruidas, a pesar del vivísimo fuego del enemigo. Los regimientos 34º y 88º, que formaban la brigada del general Filippon, estaban en primera línea, y tenían un batallón desplegado, y dos en columna. El 100º iba de reserva a media distancia de línea. La segunda compañía del 4º regimiento de artillería ligera marchaba en dos baterías a la altura de infantería. Nuestras tropas empezaron a hacer fuego quando estuvieron a cien pasos del enemigo, y lo continuaron, sin interrumpir por eso su movimiento. Parte de ellas llevaban la bayoneta calada hasta que todos los cuerpos del enemigo hubiesen sido repelidos y derrotados. La caballería, que observaba por la espalda del enemigo los progresos de la infantería, hizo entonces varias cargas, las quales tuvieron, todas, el éxito mas completo.

A las 10 de la mañana las dos divisiones españoles, que habían llegado 12 días antes a Lisboa, no existían ya. Ochocientos y cincuenta hombres estaban tendidos en el campo de batalla. Seis banderas, 17 cañones, 20 caxones y 5200 prisioneros estaban en poder del exército imperial. Los pocos que han podido escaparse han entrado de tropel en Yelves, y en Badajoz. Mendizabal y la Carrera, que se hallaban en el último quadro, huyeron vergonzosamente a la primera de estas dos plazas; y los 1200 hombres de caballería portuguesa y española que había en la batalla abandonaron a la infantería.

Entre los prisioneros se cuentan 350 oficiales, entre los quales se halla el teniente general Virues, quatro brigadieres generales y 15 coroneles y tenientes coroneles, y varios oficiales del estado mayor de Mendizabal. Hai quien asegura haber reconocido entre los muertos al general García y a dos brigadieres, y a muchos oficiales de superior graduación. Las repetidas aclamaciones de viva el Emperador han coronado esta importante victoria, que tanto debe influir en la próxima rendición de Badajoz.

Es imposible elogiar como corresponde a las tropas de todas armas que han peleado en esta acción: su valor es superior a todo elogio; pero es justo nombrar los cuerpos que han tenido la felicidad de encontrarse en ella.

El regimiento 34º de línea, coronel Raimond. El 88º coronel Velande. (Ya estaba pedido para este oficial el grado de general de brigada, y con este motivo se ha reiterado la petición). El 100º, coronel Guyot. La segunda compañía del 4º regimiento de artillería de a caballo, mandada por el teniente Michel. El 14º de dragones, mandando por el gefe de esquadron Hardi. El 26º de dragones, coronel Chainorin. (Se ha pedido para este oficial el grado de general de brigada). El 2º de húsares, coronel Vinot. El 10º de húsares, mandado por el gefe de esquadron Demarest. El 21º de cazadores, mandado por el gefe de esquadron Muller, y la compañía escogida del mismo regimiento, capitán Lasalle. La compañía escogida del 17º de cazadores, mandada por el capitán Landrieux, y dirigida por el coronel duque d'Aremberg, y el 4º de cazadores españoles a caballo, mandado por el mayor Foiret. (Se ha pedido para este oficial el grado de coronel.) Los señores generales de brigada Briche, Bonvier-des-Eclats y Filippon deben ser nombrados con elogio. Los generales de división Latour-Maubourg y Girard han executado perfectamente las instrucciones del señor mariscal duque de Treviso.

El general en gefe ha observado durante la acción la conducta de muchos oficiales, que por su valor y denuedo han adquirido nuevos derechos a las gracias de S. M. el Emperador, y se apresurará a solicitarlas quanto antes. El número de estos valientes es tan grande que por ahora no puede hacer mención mas que del coronel Gouré, gefe del estado mayor del quinto cuerpo; el coronel Lapointe, empleado cerca del señor mariscal duque de Treviso; los capitanes Duriveaux, Choiso y Braumets, ayudantes de campo del señor mariscal; el gefe de batallón Hudri, gefe del estado mayor de la división Girard; el ayudante comandante Bacheles-Desmuille, gefe del estado mayor de la caballería de reserva; el ayudante comandante Avi, empleado cerca del general en gefe; el coronel Hu er; los gefes de esquadron Brun, Saint-Chamaur y Tolose;los capitanes Ricard, Periet (herido en una carga). Choiseul, todos siete ayudantes de campo del general en gefe, los capitanes Bori-Saint- Vicent, Lafite y Lacoombiere (este último al servicio de S. M. C.) empleados cerca del general en gefe y el coronel Despres, ayudante de campo de S.M..

merece también publicarse como una hazaña mui gloriosa la acción del señor Lauchon, porta águila del regimiento 34º, quien en una carga fue a plantar su águila en medio de un campo enemigo, que todavía se defendía, y se halló al instante rodeado por los valientes de su regimiento.

Nuestra pérdida en esta batalla no ha sido más que de 140 hombres entre muertos y heridos; los primeros no pasan de 30, y la mayor parte de los últimos volverán pronto a sus cuerpos.

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