EL FINAL DE LAS INVASIONES. LA BATALLA DEL SALADO.
José María González
Lanzarote, Badajoz, Editamás, 2018
El pasado día 19 de mayo, dentro de las Jornadas de la
37ª Edición de la Feria del Libro de Badajoz, se presentó esta obra de nuestro
amigo y compañero José María González Lanzarote.
José Mª es teniente coronel de Infantería en la reserva,
fue el primer presidente, y fundador, de la Asociación Cultural “Voluntarios de
Castilla”, en Badajoz, y es autor, entre otros trabajos de Zalaca. La batalla en el siglo XI, Editora Regional de Extremadura,
2015,
y La batalla de
Zalaca, 1086, Almena ediciones, Serie Guerreros y Batallas, Madrid, 2016.
La batalla del Salado se dio en 1340, cerca de Tarifa (Cádiz),
entre los reinos de Castilla, Aragón y Portugal, toda la cristiandad peninsular,
contra los reinos de Granada y de los Benimerines, procedentes del norte de África.
En ella tomarían parte las milicias concejiles de Badajoz y la victoria de los reinos cristianos cerraría definitivamente el capítulo de
las invasiones musulmanas a la península.
Pero para hablar del libro hemos preferido reproducir aquí
la presentación que hizo el autor en la ya citada Feria del Libro de Badajoz:
“…Para entrar
directamente en la presentación, aparte de agradecerles que me estén escuchando
esta tarde, en primer lugar, quiero hacerme y responderme yo mismo una
pregunta:
¿Por qué escribir
un ensayo sobre una batalla campal de hace casi siete siglos, que tuvo lugar en
una tierra próxima, el sur de España pero lejana para los medios de aquellos
tiempos y sobre la que ya se ha escrito en numerosas ocasiones?
Aparte de aficiones
personales que yo pueda tener, lo he considerado interesante por lo siguiente:
Primero por lo que
indica su propio título, la última de las invasiones, dentro de la reconquista,
por supuesto y con todos los matices que en la obra se expresan respecto al
calificativo de última.
Por otra parte, una
batalla campal era en esta época un acontecimiento suficientemente singular,
por lo raro, y suficientemente decisivo siempre que la incluyamos dentro de un
contexto político y social más amplio, para que merezca la pena detenerse y
curiosear en ella.
El que exista
numerosa bibliografía sobre este mismo hecho no quita para que se puedan dar
distintas versiones e interpretaciones sobre determinados acontecimientos,
siempre que éstas estén de acuerdo con los datos, más o menos exactos,
proporcionados por documentos contemporáneos y, sobre todo, con la lógica y el
sentido común.
Una vez vista la
finalidad genérica, podemos deducir de ella los objetivos del libro:
En primer lugar,
difundir el conocimiento sobre los acontecimientos que ocurrieron en ese 1340 y
que culminaron con la batalla en cuestión, aunque ya anticipo que esto no fue
exactamente el final de un proceso, ya que todavía hubo duras campañas y largos
sitios hasta que la situación quedó claramente establecida.
También se trata de
hacer un análisis lógico, y hago hincapié en lo de lógico, de las causas que
llevaron a los protagonistas y sus consejeros, aunque estos últimos permanecen
ocultos salvo en algunas ocasiones, a tomar las decisiones que tomaron en todos
los planos de actuación, ya fuera político, estratégico u operativo, decisiones
que en casi todos esos planos conocemos perfectamente gracias a las crónicas
pero que estos documentos, en la mayoría de los casos, no dicen claramente por
qué se adoptaron en realidad.
Por fin, se trata
también de proponer un desarrollo novedoso de la batalla, insisto que siempre a
la luz de la documentación contemporánea existente. Este desarrollo ya fue
esbozado por Manuel López Fernández en un artículo publicado en la revista
Ejército y por mí mismo en la Historia Militar de España, del Ministerio de
Defensa, y se ha pulido y ampliado porque parece ser el que ofrece mejor
explicación para los hechos que relatan la mayoría de las crónicas contemporáneas.
En el ensayo,
también se estudia la composición de los ejércitos enfrentados, con más
atención al movilizado por el rey Alfonso el onceno, que se basaba en un
sistema de reclutamiento bastante perfeccionado para la época y que suponía,
teóricamente casi la prestación universal, siempre dependiendo de las
posibilidades económicas del individuo, ya que el armamento se lo solía
proporcionar él mismo. Por ejemplo, un vecino de Badajoz que tuviese un
patrimonio, salvo su casa, de seis mil maravedíes, tenía que tener un caballo y
se supone que armas adecuadas.
También quiero
destacar un estudio inédito sobre las posibilidades numéricas de ambos
ejércitos y de los defensores de Tarifa, donde se desarrolla la acción
principal, basándose para ello en el teórico consumo de víveres por hombres y
animales y las posibilidades de transporte y ocupación de los caminos, lo que
reduce los números a un nivel racional pero realista, dejando fuera las
exageraciones, sobre todo las numéricas de los aliados musulmanes. Estos
números no pretenden, ni mucho menos, ser exactos, tarea imposible hablando de
una época en la que la contabilidad no era precisa, al menos para los
escritores de las crónicas, ni la exactitud de los números de personal se creía
tan importante.
Parece que ninguna
obra esté completa si no se puede extraer de ella alguna enseñanza, o, al
menos, moraleja aplicable al mundo actual. Ciertamente resulta difícil en este
caso, ya que poco tienen que ver las circunstancias actuales o, por decirlo de
otra manera, contemporáneas con las que pudieran existir en el siglo XIV y poco
tiene que ver nuestra escala de valores con las de la época, pero, no obstante,
podemos destacar algunos de esos valores o defectos que podemos considerar como
universales e intemporales en los distintos protagonistas:
Como no destacar la
férrea voluntad demostrada por Alfonso el Onceno a lo largo de los
acontecimientos previos, mezclando un carácter fuerte, imperioso y a veces
hasta cruel, junto con templanza cuando la ocasión lo requería; las actitudes
previas de los nobles levantiscos, cuyo prototipo era Don Juan Manuel, que
anteponían su beneficio personal y familiar a cualquier otra consideración, de
acuerdo, eso sí, con los parámetros morales de la época. En un país actual bien
organizado, sus actos habrían sido considerados traición. El carácter vehemente
en ocasiones, poco calculador en otras y, casi siempre políticamente astuto de
Abul Hasan, que debilitó su imperio y comprometió su prestigio por intervenir
en un territorio que para él no debía haber sido más que un teatro secundario.
La nobleza de la actitud de la reina María, que, a pesar de los desplantes de
su marido Alfonso, que tuvo dos hijos con ella, de los cuales solo sobrevivió
uno, y diez con su amante, no dudó en intervenir cerca de su padre, el rey de
Portugal, para requerir la ayuda que necesitaba Castilla; la nobleza de este
rey de Portugal, también llamado Alfonso, el cuarto, que antepuso la aversión a
su yerno, con el cual ya había guerreado y con el que volvería a hacerlo,
siempre en desventaja, para contribuir con lo que pudo a la causa común, aunque
sin perder de vista los intereses particulares de su reino; la habilidad de
Yusuf de Granada, que guerreó sin mucho entusiasmo y más bien por compromisos
anteriores junto a los benimerines,
tratando de guardar el equilibrio y no enfrentarse de una manera total a sus
vecinos castellanos y nunca perdió de vista el bien de su reino; la actitud
excesivamente caballeresca, valiente e irresponsable de Jofre Tenorio, que
llevó a la pérdida de la flota, y tanto que se puede decir o deducir de todos
los personajes que surgen en el libro y que, afortunada o desgraciadamente, nos
podemos seguir encontrando, quizá de una manera más encubierta, en todos los
niveles de la vida pública y privada hoy en día.
También los
interesados podrán ver un esbozo sobre las maneras de combatir, las armas y el
carácter de los ejércitos de la época, que en este aspecto era ya una época de
cambio respecto a los usos que habían preponderado en la Edad Media.
Al comienzo dije
que la batalla y la mayor parte de los
hechos habían tenido lugar a una distancia, en aquel siglo XIV, que podía
considerarse muy lejana respecto a donde nos encontramos, pero también la
tierra extremeña, la raya y la propia ciudad de Badajoz, jugaron un papel muy
importante en el desarrollo de los acontecimientos previos, pues fue donde los
reyes de Castilla y Portugal hicieron, llamémosle, las paces y acordaron su
colaboración en la inminente batalla.
He intentado hacer
el texto lo más ameno posible, comprensible a través de fotografías y esquemas
y breve dentro de la necesaria densidad que lleva consigo un estudio riguroso y
basado en fuentes contemporáneas a los hechos y acreditadas publicaciones. No
me queda más que decir que espero que les resulte interesante…”
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