Las vicisitudes corridas por los restos del
General Menacho arrancan desde el mismo momento de su exhumación en 1880.
Tras las gestiones, e investigaciones
pertinentes, llevadas a cabo por la Comisión Provincial de Monumentos -en
aquella fecha presidida por Fernando Bernáldez Grinda y con Tomás Romero de
Castilla como vocal de la misma- pudo determinarse, merced a los trabajos
históricos del catedrático Joaquín Romero Morera, que el cuerpo del general
había sido depositado en la Cripta de canónigos de la Iglesia Catedral de
Badajoz. Se consiguió el permiso para acceder a la tumba y proceder a su
exhumación, efectuada el 3 de marzo del citado 1880, tras organizarse una comisión oficial de la que formaron parte el Cabildo eclesiástico, el Ayuntamiento, el Ejército y, claro está, la Comisión
de Monumentos.
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Catedral de Badajoz, acceso a la Cripta de los Canónigos |
Se procedió a la apertura del sepulcro y
examen de los restos bajo la dirección facultativa del doctor Rafael Orduña, a
quién correspondía por ley, asistido –sin función oficial- por el médico mayor
del Hospital militar Juan Santaella,
levantando acta de cada paso el notario de la ciudad José Vázquez
Hidalgo. Efectuó el trabajo el maestro alarife Antonio Valentín Núñez.
Abierta la tumba se encontró el esqueleto
completo de un hombre, pasamos por alto la descripción anatómica y precisiones
médicas, para centrarnos en los aditamentos que llevaba, que según el acta
eran: “…una gorra militar de paño con
insignias, una faja militar de seda, de color hoy indefinido por efecto de la
acción del tiempo, con borlas, un bastón de mando, una espada, un calzón de
punto, restos de una casaca militar y un par de botas altas…sobre la cara
anterior del sacro se encontró un proyectil, de forma esférica, de hierro
fundido, análogo a los granos de metralla de mayor volumen…”
Estudiadas estas prendas se señala que el
cuerpo fue enterrado con el traje que llevaba al morir: Calzón de punto de
seda, botas a media pierna dentro de las cuales entraban los extremos del
calzón, chaleco blanco, cerrado hasta cerca del cuello, fajín, casaca azul con
cuello alto y solapa, no se pudo determinar si llevaba corbata o corbatín,
morrión (sic)[1],
camisa y calcetines. Tampoco pudo determinarse si llevaba camiseta y
calzoncillo.
Base "Gral. Menacho", Bótoa, busto en honor del General. |
La Comisión de Monumentos tomó en custodia el
bastón, que no tenía ni puño ni contera ni borla, solo unas cintas; la espada
en un estado tal de oxidación que se deshacía en lascas de orín, no tenía
ni guardamanos ni cruz aunque si pomo y el grano de metralla causante de la
muerte. El resto de piezas, en muy mal estado por la humedad y los líquidos
cadavéricos se dejaron en la Cripta para orearse y decidir sobre su destino,
los huesos habían sido ya recogidos en una urna metálica, trasladada al claustro y sepultada en un
nicho en la pared delante del cual se establecería el monumento funerario que
hoy vemos.
Varios días después, cuando la Comisión
regresó al panteón, que había sido cerrado con llave y custodiado por empleados
de la Catedral, se encontró con la desagradable sorpresa de haber sido
rapiñados y destrozados estos restos.
Así, faltaba el fajín, una de las botas, la
casaca y el “morrión” estaban destrozados –para arrebatarles los entorchados y
bordados- y del calzón había sido recortado el agujero hecho por el proyectil
al penetrar. Se recogieron para incorporar al depósito la bota que quedaba, el forro
del bicornio y dos trozos del cinturón
ya que la hebilla también había desaparecido, el resto de las destrozadas telas
fue recogido y enterrados en el nicho sepulcral donde había estado el cuerpo.
En los días y meses siguientes serían devueltos o comprados, el trozo de calzón
agujereado, una de las borlas del fajín y la bota faltante, dentro de la cual
había parte de un peroné roto en dos trozos.
Según la “ficha museística” estos son los
restos que en 1896 pasaron al Museo Arqueológico de la Comisión Provincial de
Monumentos:
Bastón:
Fraccionado en cuatro trozos, longitud total 83 cm, sin puño ni contera, con un
grosor de entre 50 y 60 mm.
Espada:
Puño de 15 cms y hoja de 55 cm, totalmente deshecha a la publicación del
catálogo.
Proyectil:
Un grano de metralla, hierro fundido, 280 grs de peso.
Tela:
Recortada del calzón, en torno a un agujero de penetración de 4 cms.
Suela
de botas: largo de 29 cms, ancho de planta de 10 cms y ancho de tacón de 8 cms.
Borla:
De fajín, con un peso de 22 grs.
Hueso:
Un peroné en dos trozos, 29 cms de longitud y con un diámetro medio de 38mm.
Todas estas piezas aparecen como “Objetos pertenecientes al Gobernador
Militar de esta Plaza D. Rafael Menacho” en el Inventario de Romero de
Castilla, catalogados con el nº 36, página 188 y ss.
Algunos años después, en julio de 1908, en el
entorno del Primer Centenario de la Guerra de la Independencia se crea el Museo
de Infantería, en la Academia del Arma, en Toledo. En Badajoz era Gobernador militar el general
José Macón, que solicitó a la Comisión de Monumentos aportar los restos de
Menacho a dicha Institución, para una Exposición temporal sobre la Guerra a
conmemorar. La Comisión se niega a prestar ninguna de las piezas que custodia
señalando que en anteriores ocasiones se han cedido otras, al Ejército y otras
entidades, y no se han devuelto.
El general Macón no cede en su empeño y
recurre a otras Instituciones en solicitud de piezas, que le serán cedidas y
cuya relación expondremos en otra entrada.
Por el investigador, vexilólogo y
uniformólogo, uno de los mejores conocedores de la historia de la Guerra de la
Independencia Luis Sorando Muzás, sabemos que, en 1941, el general Maximino
Bertomeu, Gobernador militar de la plaza y provincia de Badajoz, entrega los
restos de Menacho al Museo del Ejército Sorando reseña: “…19-03-1941.-
…se hace la entrega oficial de los siguientes objetos: una bota alta; seis
trozos de otra de la misma forma; restos del calzón agujereado por la bola que
ocasionó la muerte al General; otro trozo del mismo tejido; bala que se
encontró alojada en el cadáver del General; una de las borlas del fajín; el
bastón de mando fraccionado en 4 trozos, sin puño sin contera; forro del
morrión; espada fraccionada en 9 trozos; un trozo del cinturón y un par.... [2]encontrado
en una de las botas. Se le dio el nº 21064…”
En el Catálogo del
Museo del Ejército, Madrid, ediciones Ares, 1958, tomo V, el único que hemos
podido consultar, vemos que en la página 93, “2ª Sala de recuerdos históricos”,
aparece catalogado con el nº 41.084: Faja que perteneció al General Menacho,
defensor de Badajoz y con el nº 41.137: Trozo
de faja que llevaba puesta en el momento de su muerte, sobre la muralla de
Badajoz, el General Menacho, Gobernador y defensor de dicha Plaza.
En 1988 se establece
el Museo Histórico Militar de Canarias en Santa Cruz de Tenerife, Fuerte de
Almeida. Formando parte del Instituto de Historia y Cultura Militar, es fácil
pensar que recibiría, en sus primeros pasos, fondos del Museo del Ejército de Madrid. Suponemos que
entre ellos llegarían algunas piezas del General Menacho, de las que tuvimos
referencias personales y alguna consulta al respecto por parte de amigos
visitantes, sin profundizar en aquellos primeros momentos en esta cuestión.
Alcazar de Toledo, sede del Museo del Ejército (Foto A. M. G.) |
En 2015, el diario
regional HOY de Badajoz, de fecha 20 de abril y firmado por la periodista
Natalia Reigadas, publica una información, titulada Las reliquias de la tumba de Menacho son localizadas en Toledo, donde
se muestran las fotografías de tres de estas piezas aportadas por la Asociación
Cívica Ciudad de Badajoz. La página web de esta Asociación nos señala que son
fotografías obtenidas, en 2011, de las fotos que acompañaban a las fichas museísticas
de las piezas, que ya no estaban en el citado Museo de Canarias al haber sido
restituidas al Museo del Ejército, ahora con sede expositiva en Toledo y con
fondos de almacén, según nos dicen, aún en el viejo Palacio del Buen Retiro.
Estas piezas llevan
los números de catalogación: 25.882, 41.084, y dos el 41.137, lo que nos
indicaría que formarían parte de una misma unidad expositiva. Como vemos, dos
de aquellas son las que hemos señalado en el catálogo de 1956.
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Catálogo del Museo del Ejército, edición 1956 |
Hasta aquí, muy
resumido, el estado de la cuestión sobre las piezas que conforman los recuerdos
del General Menacho, un trabajo que comenzamos hace años y que el traslado del
Museo militar a la nueva sede de Toledo nos impidió concluir. Es nuestro deseo que
esta aportación pueda servir de guía para una adecuada investigación histórico-documental
sobre el tema.
[1] Así lo describe Romero de Castilla en sus
comentarios al acta notarial, suponemos que
es claramente error de apreciación ya que por la época los generales -sin
entrar en detalles de uniformología- se cubrían con un sombrero bicornio en el
que los entorchados , escarapelas y plumas señalaban el empleo y destino.