"Cuarenta y cinco días en Badajoz. El diario del Comisario de Guerra Marcos Fernández Blanco. Un relato inédito del Sitio francés, enero-marzo de 1811", por Arsenio García Fuertes, en Cuadernos del Bicentenario nº 11, Madrid, abril 2011.
Documento custodiado en la fundación Sierra-Pambley de León que se publica por primera vez. En él, el autor nos relata algunas de sus vivencias en Badajoz, donde entró el 11 de enero, y de donde salió, prisionero bajo palabra el 18 de marzo.
Formaba parte del Ejército de Extremadura, el 5º Ejército, desde principios de 1810 y acabaría la campaña contra el francés formando parte del 4º Ejército, con el que entró en Francia.
La parte que corresponde a Badajoz es bastante detallada, y con gran semejanza a las conocidas del diario de operaciones del general Menacho.
Las operaciones más minuciosamente relatadas son las del día 4 de marzo, muerte de Menacho, quizás porque el autor quiso dejar detallada cuenta de tan triste evento. Copiamos a la letra tal día:
"...Día 4. Anoche adelantaron poco sus trabajos por el continuo y acertado fuego de nuestras baterías. Toda la mañana se les ha hecho un fuego de cañón bastante sostenido, y los enemigos sin tirar ni un cañonazo; y viendo lo mucho que se habían acercado a la muralla dispusieron los generales se hiciese una salida con el fin de destruir sus obras mas avanzadas. Con efecto, a las tres y cuarto de la tarde saltan la estacada las tropas dispuestas para la salida, a las órdenes del Teniente Coronel del Príncipe don (Rafael) de Hore. Un oficial es el primero que se tira al parapeto y le siguen sus granaderos, haciendo lo mismo toda la gente de la expedición en sus respectivos puntos. Sorprenden a los enemigos en sus trabajos, los primeros que se encontraron fueron pasados a cuchillo y los últimos como en mejor disposición para escapar huyeron conforme estaban, los unos sin capote, otros sin casaca y cuasi todos sin fusil; nuestra tropa les persigue y ocupan las tres baterías que están al frente de San Francisco, abandonadas por los franceses aterrados con el asalto. A sablazos, obligan los oficiales a reunirse a aquella porción de dispersos detrás de Pardaleras y reforzados al cuarto de hora atacan los mismos puntos; mientras tanto, nuestros bizarros granaderos les clavan once piezas de cañón y morteros, mataron al comandante de artillería y algunos artilleros, les cogen todo el botín y con el ansia de matar y coger cuanto encontraban, se olvidan los zapadores de su deber, pues yendo a deshacer los parapetos, no hicieron sino coger todos los útiles que encontraban en las zanjas para recibir el premio señalado y acabar de matar los franceses que habían dejado los granaderos.
Los enemigos avanzan con un fuego de fusil muy vivo y la metralla de los dos obuses que tenían detrás de Pardaleras y cuando nuestra tropa venía por el foso con los laureles de la victoria a buscar el premio de los 30.000 reales que el señor Gobernador había ofrecido siempre que tomasen alguna batería, acaece la siempre lastimosa y fatal muerte del valiente gobernador en el baluarte de Santiago por una bala de metralla que le pasó el costado izquierdo.
La pérdida de un hombre que creía le temían las balas ha impedido se celebre cual debía tan brillante expedición, compuesta solo de 400 hombres, sin más pérdida que cuatro muertos y trece heridos, la del enemigo ha sido de un Coronel, dos oficiales y 140 soldados muertos y seis prisioneros, once piezas de artillería clavadas, más de 200 útiles cogidos, con bastantes fusiles y aún víveres. Los enemigos prosiguieron haciendo fuego de bala y granada solo con tres piezas hasta el anochecer, y nuestras baterías lo hicieron toda la noche usando también los pedreros...
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