En consecuencia de las órdenes de V. E. salí el 23 del presente de ese cuartel general para tomar el mando de las tropas de este exercito, que debían operar en unión con las del Excmo. Sr. General Hill, comandante en gefe del exercito aliado del Alentexo, y el 24 conseguí este objeto en el pueblo de la Aliseda, donde acababa de llegar el señor general Hill, y estaba desde el día anterior el Mariscal de Campo Conde de Penne Villemur con la vanguardia de su mando. Los enemigos se hallaban en Cáceres y ocupaban a Arroyo del Puerco con 300 caballos
El 25 al amanecer salió el general Conde de Penne con su caballería a hacer un reconocimiento sobre Arroyo del Puerco, y a su vista evacuaron los enemigos aquel pueblo y se retiraron al de Malpartida.
El conde de Penne permaneció en el Arroyo.
El Sr. General Hill determinó aquel día marchar en la madrugada del siguiente a atacar a Malpartida con dos brigadas de su infantería, toda la nuestra, y la caballería de ambas naciones.
El 26 a las dos de la madrugada nos pusimos en movimiento con un fuerte temporal, más a pesar de él, y de la noche, se marchó tan bien, que al romper el día estuvimos en disposición de atacar el pueblo de Malpartida, concurriendo con la mayor precisión la coluna del general Conde de Penne, que había marchado desde el Arroyo, más los enemigos habían evacuado el pueblo y retirádose sobre Cáceres poco después de media noche. El Conde de Penne con su caballería y 200 húsares ingleses siguió hasta aquella ciudad, sostenido por la infantería española al mando del 2º comandante general de la vanguardia, el brigadier Don Pablo Morillo. El resto de la caballería británica, la infantería y artillería aliada permanecieron en Malpartida.
El general enemigo, Girard, que se hallaba en Cáceres con la división de su mando, se puso en retirada así que por su caballería avanzada supo nuestro movimiento, y por más que la española y aliada del mando del general Conde de Penne se esforzó en alcanzarlo en su marcha, solo se tiraron algunos tiros entre nuestros descubridores y los tiradores de la retaguardia enemiga. Girard marchó aquel día a Torremocha y el Conde de Penne permaneció en Cáceres con el grueso de su vanguardia.
El 27 antes del día, la caballería inglesa de Malpartida marchó sobre Alcuéscar y el general Conde de Penne tomó la misma dirección desde Cáceres con la vanguardia de su mando. A las ocho de la mañana siguió la infantería y artillería aliada el movimiento de la caballería y todas las tropas se reunieron al anochecer en el pueblo de Alcuéscar.
Al llegar a él supimos, con no poca admiración, que la división del general Girard se hallaba en Arroyo-Molinos, lugar situado a una legua corta de Alcuéscar, de lo que cerciorado el señor general Hill dio sus disposiciones para atacarlo a el amanecer del día siguiente.
A las dos de la madrugada del 28 se pusieron las tropas en movimiento con este objeto: el tiempo era horrible; pero la mucha lluvia, y el fuerte viento que nos daba de espalda, nos fue sumamente favorable. Las tropas marcharon con precisión, no obstante la dificultad que presentaba la noche y el temporal, y antes del día el Sr. General Hill estaba dirigiendo la formación de las colunas de ataque en una hondonada, a muy corta distancia del pueblo de Arroyo-Molinos: una columna de infantería aliada, con la que iba la artillería, marchó directamente al pueblo: otra, formada por la infantería española y que mandaba el brigadier Don pablo Morillo, se dirigió a flanquear el lugar por su izquierda y otra coluna de infantería aliada tomó su dirección por la derecha para cortar a el enemigo los caminos de Mérida y Medellín, y partir a tacarlos de aquel punto. Nuestra caballería, mandada por el general Conde de Penne Villemur, marchó por la derecha de esta última coluna y la caballería británica tomó su dirección sobre la izquierda de esta misma coluna: en esta disposición y en el más bello orden posible, nos adelantamos sobre el pueblo y a pocos momentos avistamos a el enemigo, que apenas acababa de salir de él por el camino de Mérida: verlo, atacarlo sin disparar un fusilazo, batirlo, dispersarlo completamente y acabar con él fue la obra de un momento; nada iguala al arrojo y valor de las tropas españolas y aliadas que se emplearon en esta operación y a esto se debe que el enemigo, aunque totalmente sorprendido, formado y en marcha, no tuvo lugar de tomar ninguna disposición, ni pudo hacer otra cosa que huir, rendirse o morir.
El general Girard, con alguna parte de su infantería, logró tomar una sierra muy inmediata al camino; pero perseguido en ella con el mayor ardimiento por toda mi infantería y parte de la aliada, cuasi toda la suya fue muerta o hecha prisionera en el discurso del día, y él mismo huyó herido por la sierra, con solo un puñado de hombres, siendo posible caiga aún en nuestras manos.
La caballería española y aliada cargó primero y persiguió después en todas direcciones al enemigo con el mayor ardor, no dándole tiempo en parte alguna para volver en sí ni pensar en rehacerse.
El resultado total de esta gloriosa acción, ha sido hacer al enemigo 1400 prisioneros, entre ellos el príncipe duque de Aramberg, coronel del 27 cazadores de a caballo, al general de brigada Bronk, al gefe de estado mayor de la división, Hidry, dos comandantes y 30 oficiales: dexar sobre el campo como 400 hombres, entre ellos al general de brigada Dembousi y 20 oficiales, apoderarnos de toda su artillería que consistía en dos cañones, un obús y 6 carros de municiones, sin faltarles ni un solo caballo de su tren: una insignia tomada por las tropas británicas y por las de mi mando la bandera del quarto batallón del regimiento número 40 de infantería de línea que tengo el honor de remitir a V. E., y últimamente un sinnúmero de fusiles, sables, mochilas, caballos y todo el bagage y equipage de la división, sin excepción de una sola maleta. Los enemigos han perdido también un águila, pero no ha sido posible hasta ahora el encontrarla.
Tal ha sido, excmo. Sr., la feliz jornada de Arroyo-Molinos, en que ha quedado totalmente destruida, o más bien ha dexado desistir la más florida división del exercito del medio día de España: el simple relato de esta acción y movimientos anteriores a ella bastará para que cualesquiera militar haga la debida justicia a los profundos conocimientos que el Excmo. Sr. General Hill ha desplegado en el discurso de esta operación y a que se ha debido la gloria de una ventaja tan señalada y tan completa; pero es menester haber estado allí para apreciar en su justo valor, la disciplina, la bizarría y el ardor de las tropas británicas, de sus dignos generales, gefes y oficiales superiores a todo elogio.
V. E. verá por los partes originales del mariscal de Campo, conde Penne Villemur y brigadier D. Pablo Morillo, que tengo el honor de remitirle adjuntos, la mucha parte que en esta gloriosa acción tuvieron las tropas españolas, que llevadas al combate por gefes tan sobresalientes y distinguidos, no pudieron menos de llenar todos mis deseos, y corresponder altamente a la justa opinión que han sabido ganarse en los campos de batalla.
Quando se remita la noticia de los individuos que se distinguieron en esta acción, pediré a V. E. la eleve a conocimiento de S. A. S. el Consejo de Regencia, para que no queden sin premio: yo mientras tanto no puedo menos de recomendar a V. E. al mariscal de campo Conde de Penne- Villemur, comandante general de la vanguardia, cuyo mérito militar es bien conocido, al brigadier D. Pablo Morillo, segundo comandante general de la misma, tan distinguido por su valor y actividad, y al coronel comandante de la Legión Extremeña D. Juan Downie, que en cada ocasión da nueva muestra de su brillante bizarría.
Los ayudantes generales de Estado mayor D. José Ezpeleta, brigadier de los Reales exercitos, y D. Pasqual Enrile, que me han acompañado en esta expedición, han dado tantas pruebas de su celo y capacidad militar en el discurso de esta operación, quanto han manifestado en la acción el valor que tienen tan acreditado. Los ayudantes de v. E., el teniente coronel D. Nicolás de Santiago y el capitán D. Tomás Mateos que V. E. se sirvió poner a mis órdenes, no me han dexado nada que desear por su actividad y bizarría. Estoy igualmente satisfecho de los servicios de mi ayudante de campo el teniente D. Estevan Cortijo y el de igual clase D. Antonio Mercado, empleado en este Estado mayor y ruego a V. E. lo haga conocer así a S. A. S.
Nuestra pérdida ha sido tan corta que no pasará de 20 muertos y 100 heridos, en todas las tropas tal ha sido y tal será siempre el resultado de ataques decididos que una sabia combinación ha sabido preparar, pudiendo V. E. tener la satisfacción de que su exercito ha contribuido de un modo muy gloriosos a la victoria más completa que se puede conseguir sobre una tropa.
No debo dexar ignorar a V. E. las repetidas pruebas de deferencia y particular consideración que he merecido constantemente al Excmo. Sr. General Hill, ni callar la satisfacción con que he visto el ardiente interés que este digno general y todo su exercito toma por la causa sagrada en que estamos empeñados.
Dios guarde a V. E. muchos años. Cuartel general de Mérida 30 de Octubre de 1811 = excmo. Sr. = Pedro Agustín Girón = Excmo. Sr. D. Francisco Xavier de Castaños.
1 comentario:
El presbítero D. Cayetano Miguel Manchón, héroe del Dos De Mayo de 1808 en Madrid -Insignia de dos de mayo-luchó en la batalla de la Albuera como capitán de escuadrón de caballería bajo el mando de Conde le Pennne de Viillemur. Obtuvo la condecoración de la batalla de la Albuera.
Ver el libro:
Vida de un español insigne. D. Cayetano Miguel Salvador Manchón Cascales. El Canónigo Manchón.
Autor: Santiago Íñiguez García. Editorial ECU. Segunda edición 2020.
Soy el autor. iniguez_san@hotmail.com
Un saludo_
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